lunes, 12 de septiembre de 2016

Al que vive para siempre

Mi alma te alaba  Jesucristo…
En tu palabra mi corazón se goza tanto,
desde que el pecado en su interior empezaste a lavar
con la verdad de tu poder infinito;
busco la salvación que solo tú ¡oh, Jehová! puedes dar;
poderoso Señor; a quien con alegría le canto.

Dios de luz divina… ¡Transformaste mi vida!
 Jamás imaginé tener en el cielo tanta riqueza
derramándose sobre mi mente y dentro de mi corazón;
colmándome el espíritu de fortaleza…
¡Bendita sea la fuente eterna de tu amor!

De bendiciones me llenas las manos,
aun siendo temprano el tiempo de andar tu camino.
¡Oh Jehová, precioso hijo de Dios!
A los incrédulos del mundo con regocijo les digo
que mi  fe he confiado al Dios que para siempre vive.

Julio Medina
10 de mayo del 2016



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