domingo, 8 de enero de 2012

La puerta de la angustia

Vagando va el pensamiento sin detenerse
a pensar en cosas pasadas que le aturden.
¡Aquellos tiempos que partieron para volverse
recuerdos sitiados, ahora deslumbrados, resurgen
como gotas de la lluvia atezada, despiadada,
salpicando hasta cercenar las entrañas
de la percepción inquieta, alocada!
Ruge el llanto atribulado, con lágrimas baña
la brisa detenida en el cristal de la mirada.
Inercia borrosa, frustrada sagacidad, dañas
el regocijo, tras volver sin la luz abnegada.

En el viciado vacío del abismo absurdo,
la tonada sosegada comienza a repicar
como letanía ingenua. Empalagado sonido gurdo
en los sentidos equivocados pretende aplicar.
Contempla la fantasía del quejido piadoso,
un lamento florece cuando el alma parece abarcar,
pero yace en el túmulo con el semblante ansioso,
enredado en el suspiro tropieza con la edad del tiempo,
persistiendo con escuchar vocablos afásicos,
recitando realidades sin mayor contatiempo;
verdad encajada en el exceso del turbado cántico.

Chirridos del sillón invaden el dormitorio,
oscila hueco un remolino del mar ensordecido
donde el silencio es presa del rugido delusorio.
¡Sigue allí sentado con vano dolor abstraído!
Sin pensamiento, no sabe ni siente lo frustratorio.
¡Mala suerte! ¿Eso dijo? Sin duda es mala suerte,
siempre ha estado musitando en la vileza angustiada,
a veces lúcida cuando la elegía alborotada es menos fuerte.
Esotérica astucia pretende ser escuchada,
pero su voz se traba,
quizás eso ni se logre porque se acerca la muerte...
¡A buscarle! 
Cuando una escasa voluntad del alma allí quedaba.

Julio Medina
6 de enero del 2012



LA PUERTA DE LA ANGUSTIA - (c) - Julio Medina

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