martes, 6 de septiembre de 2011

En la oscuridad

Contagiado con el quejido constante 
de ese llanto silencioso, 
flébil discurre en el aire y luego muere.
Esa ansiada luz parpadeante palidece, 
es un espanto
ausentándose de mis ojos, 
con su agudo filo hiere.

Carecen débiles pasos del dulce mirar,
y la energía fría duerme 
hasta el cansancio, 
antojos
de nebulosa oscuridad, 
a paso firme no me dejan caminar
en el brillo del desvelo 
que se pierde en los despojos.

Agobiante pena 
de un mar de angustia prolongada,
ahogado en la superficie, 
desesperado le gritaba a la oleada,
y cegado al desfío
 sigo extraviado en la noche sin madrugada,
es un decenso sin final al abismo, 
en una tajante bajada.

Mis manos adoloridas 
palpan eclipsadas los cimientos
de luceros fuliginosos, 
nunca sus rayos iluminaron,
y voy dando pasos al azar 
con bastante impedimento.
Al repartir claridad 
de mis astros se olvidaron.

Las rocas han absorbido 
el caminar pesaroso,
y en la oscuridad de la noche 
surge el perfil de un rumor
-el de tu amor disfrazado-, 
buscando evadir el acoso,
y salvar al corazón 
de las heridas y del dolor.

Pero sin haber nacido 
mi alma te había encontrado,
y en las sombras de la luz 
el olor de tu piel destilo.
Aunque el rostro no te he visto 
a tu querer me he aferrado,
entre penumbras de olvido 
dentro del amor me asilo.

Julio Medina
6 de septiembre del 2011


EN LA OSCURIDAD - (c) - Julio Medina

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