El amor que una vez tocó a mi puerta
era de un hilo pérfido del viento,
voló en el corazón con desaliento
y me hizo yacer en la esencia muerta.
Ahora que ese amor me desconcierta
cuando la espina cruel de aquel momento,
sacaba del afecto intenso aliento
abandonado con la herida abierta.
¡Cuánto pesar perturba los sentidos
por ese breve amor, al que no olvido!
Quedé con su partida adolorido.
El amor que una vez vistió gemidos
cargaba restos de un dolor siniestro,
cayeron sobre mí, ofuscaban dentro.
Julio Medina
27 de junio del 2013