Llegaste tarde a mi vida
y el sol nos cegó de sombras,
el reloj cambió las horas
de la estación detenida.
Quisiste ser el camino
seguir sintiendo mis pasos,
de los que andaban escasos
porque la luz se había ido.
Al pasado vas culpando
de este cambio inoportuno,
el destino solo es uno,
así que ves asimilando.
El tic tac sonando ahora
recuerda cuando se acaba,
la ilusión imaginada
que a tu corazón colora.
Llegaste tarde, sumida
en la arena del mar desierto,
buscando huellas de un muerto
entre las olas vertidas.
Julio Medina
2 de junio del 2013
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