Volver con esa angustia a encontrarte
de nuevo entre las rocas del camino,
pensativa, tratando de arrancarte
el pesaroso mal de amor dañino.
La niebla intensa ansiosa por dejarte
oculta del follaje vespertino,
con tanta oscuridad logré alcanzarte
antes que apareciera el fin indino.
¡Oh, gris penumbra, cuánto desencanto
despides alcanzando cegar su alma,
postrada ante el dolor causando espanto!
Ella lavó en la fuente de la calma
toda la furia dada a su existencia,
para librarse así de la inconsciencia.
Julio Medina
10 de junio del 2013
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