Con la piedra de tropiezo
en las tinieblas
perdido,
la oscuridad me abarcaba.
Escuchaba
esas cosas, de las que
el adversario habla;
pero la necesidad de mi espíritu
nadie llenaba;
¡hasta que llegó a mi vida Jesús…!
Él alumbra mi camino
con granada poderosa;
mientras que con el enemigo
todo mi ser en la confusión
moría.
y así, Jesús
majestuoso hijo de Dios,
salvaste mi alma
de una muerte segura.
Esperanza no tenía,
pero tú Jehová
me hiciste la promesa de ganarne
la corona de vida eterna.
Sí...
Tú, Jesucristo
rey de reyes;
¡tu palabra es fuente de vida!
Muy superior a las leyes
del hombre.
Dios de gloria,
me rescataste
del mismísimo infierno,
en donde
me encontraba atrapado
por el averno;
y ahora ante ti, solo ante ti,
poderoso Señor,
humildemente me inclino;
con mi corazón arrepentido
vengo a pedirte
el perdón de mis pecados.
Julio Medina
25 de septiembre del 2016
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