No tenía sentido que siguiera viva
quería escaparse, llegar allá arriba;
hay tantos agravios sobre la corteza
del cuerpo más frágil de la naturaleza.
Sus gritos dolientes nadie escuchaba
cada cual en su mundo, todos ignoraban,
con llanto perenne a su hijo buscaba
entre los escombros donde los caídos estaban.
Miseria impecable bordeando el destino
detecta las huellas del desventurado,
lo lleva a empujones a lugar clandestino
en donde le enseña a ser despiadado.
Y paga su deuda perdiendo la vida
la cual pudo haber vivido de otra manera;
dejando a su madre con el alma herida
lamentándose siempre sin que así lo quisiera.
Julio Medina
5 de octubre del 2016
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