Me quedé en la oscuridad de la noche
caminando en la penumbra un largo recorrido,
cansado, con frío y sin coche
cuando de pronto en el corazón fui herido.
Desesperado sintiendo llegar la muerte
imágenes tuyas se alojaron en la mente,
buscaba la forma de entre mis brazoz tenerte,
con el calor de tus labios me besabas en la frente.
De la sangre que brotaba a borbotones
del entorno moribundo y lastimado,
se formaban diminutos corazones
y en ellos aparecía tu nombre entrelazado.
Un sudor friolero empapaba todo mi cuerpo
y sus gotas inundaban las pupilas de los ojos,
el aura oscurecía cuando te vi entrar al huerto
donde las flores blancas se prendían en los abrojos.
Al fnal de las tinieblas la vida me abandonaba,
los corazones formados terminaban por desaparecer,
de aquellas flores blancas una mariposa volaba
despedía reflejos azules, junto a mí vino a caer.
Alevilla, tierno afecto del pasado,
¡novia de infancia de peregrinar adelantado!
Aún en la eternidad tu perpetuo amor no me ha dejado,
mucho menos lo hice yo ¡al fin estoy a tu lado!
Julio Medina
2 de octubre del 2011
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