Que no se apague el silencio
y no se muera de mí.
Siendo parte del recencio
estalactitas me rodean aquí.
El murmullo del tumulto
con mi paz quiere acabar,
a mí mismo me consulto
si debo dejarle entrar.
Que el silencio no se muera,
mi acompañante indiferente,
con su impenetrable barrera
me hace distinto a la gente.
¡Silencio no me abandones,
no dejes salir mis penas!
En el sosiego de tus dones
no descubras sangrar mis venas.
Escúchame, silencio que callas
siempre en la soledad aguardas,
no te importa adonde vaya
todos los secretos guardas.
¡Qué el silencio no perezca,
el celador de mis culpas!
Infinitas serán las veces que amanezca
pero no abordarè disculpas.
Julio Medina
30 de agosto del 2011
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