Tu
trino y mi poesía respiran el mismo verso
acoplada
inspiración creada al amanecer;
con
cada tonada cantada, reluce el universo
y de
las letras formadas, el día vuelve a florecer.
Están
mi verso y tu trino convertidos en canción
nacida
de la musa que nuestras almas colmadas
de lira
henchida, de vertiente excitación
rompen
la rica vena de exquisito talento bañada.
Porque
de ti vistoso pajarillo errante
acogí
el color de tu plumaje hermoso,
del cuerpo
cenizo, del pecho rojizo brillante
y le di
a mis letras colorido valioso.
Viéndote
a diario entre la arboleda
adonde
yo sentado murmuraba a las doncellas,
todas blancas
y fugaces recorriendo la vereda.
¡Cubrían
el paisaje del cielo, un montón de
ellas!
Te
acercabas a la fuente, casi siempre acompañado
y desde
allí me cantabas… y entonces, te recitaba;
entre
acordes, entre letras, nuestra amistad se ha creado
y ahora…
¡ay pajarillo! No sé porque te has marchado.
Julio
Medina
26 de
enero del 2018
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