Yo que sé cosas, pero nada digo,
mientras sufra de la ofuscación tanto.
Ese indigno desdén que ahora enligo
a nadie le converso este quebranto.
Anteriormente nunca fui contigo,
y cuando lo hice, me asombré de espanto
porque tu amor es para mí castigo;
pecho adentro el veneno ése atraganto.
Tienes la espina en tu ser escondida;
un atento manjar de la impostura.
El que lo acepte, perderá cordura.
Pero a mí tu vileza no me daña,
llevo puesto el vestido de la vida.
Un blasón de pericia me acompaña.
Julio Medina
14 de septiembre del 2016
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