Está la brisa surcando el río
llevándose frescura de la corriente,
con
el vapor forma rocío
tan
cristalino como una fuente.
Croan
las ranas laguneras,
las
aves cantan la madrileña;
si
tú estuvieras también quisieras
cantar
con ellas mientras ensueñas.
Atavío verde luce el paisaje
de
enormes árboles con esmeraldas,
dando
la sombra de alto linaje;
toda
una hilera cubre la jalda.
Místico el riachuelo bailando danza
con
el murmullo de la tonada,
continua
agua veloz avanza
al
son de risas de la cascada.
Dentro
de un plato lleno de espumas
de
cristal aguado intermitente,
brotando
chispas como de bruma,
nos
lleva hasta un mundo sorprendente.
Julio
Medina
18
de junio del 2015
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