Las cenizas cubrieron la rosa roja
y de sus pétalos brota veneno,
que como azufre despedaza las hojas
caídas en el árido terreno.
Flor de corola oscura, cenicienta
tu polvorín mancha mis manos,
ya no hay palabra que a mis oídos tienta
ni habrá más sed de amor entre mis labios.
Poco a poco se ha ido yendo
la promesa que en mi corazón habitaba,
de aquel romance hoy solo tengo
el filo con el que el alma me cortabas.
Todo se derrumbó tan pronto
sin darme tiempo a pensar si fue por tonto,
que me hundí en la desgracia de tu amor pasajero
o fue quizás la ineptitud quien me dio un golpe certero.
Y en el olvido con nada quedo...
¡Allí ya no existe espacio para poder olvidar!
Ese extenso lugar está impregnado de miedo,
que me hace temblar, al pretender recordar.
Julio Medina
29 de agosto del 2016
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