Cruzaste el mar y el cielo
entre brumas y destellos de luz,
como una ave llegaste tú
posándote sobre mis manos;
dejando la prodigiosa sensación
de amar sin medidas
sin barreras ni distancia.
Cada día se va haciendo más grande
esta ansiedad de tenerte
cerquita del corazón,
así continúo esperando la ocasión
para mi amor concederte.
Demasiadas veces me pregunto:
-¿Qué voy hacer con este apego desesperado?
Inventándote a cada segundo de mi vida,
percibiéndote cuando la brisa me acaricia
en la estación detenida de repente.
Te veo en dondequiera;
¡por todas partes!
Eres el ángel que el cielo me diera...
Bendita tú librándome de las sombras,
de la iniquidad del silencio pesaroso
arraigado a mi ser,
llenando el olvido de imagen fulgente,
sellando la entrada, tapando aberturas
del camino doliente
que conduce a la tristeza...
¡Cada día te necesito más!
Cuantiosos mapas he mirado
trazando rutas a un solo destino.
¡Yo quiero avanzar a cruzarlas,
hacerlas cortitas,
y cuando no existan,
entrar a la ilusión de tu amor.
Julio Medina
1 de abril del 2014
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