Antes de que acabe la vida...
¿Cómo vas a sanar el instinto venenoso
que destella tu mirada?
Si alguna vez fueron entendidas
las horas gastadas bajo el sereno ávido,
tendría relevancia más amena.
¿Cuánto vale cambiar alegría
por ese rencor que agujera las venas?
¿No parece altanería
lo que cada día enrollas y estrenas
como una movida de largo alcance?
Solo te importa la satisfacción insólita
para que el ego se sienta mejor,
como rata deshonrando todo,
cual si fuera un juego
disfrutas de ese insano coraje.
Aparecen fuentes a chorros
apagando el fuego,
su frescura rocía calma,
-rocían el ánima aviesa-,
calvario dañino que condena el alma.
Y van poniéndole amor, a ver si regresa
un ser amansado, y de dulce paz nos colma,
para sanar el rencor que ahora atraviesa
tus ansias, y que envenena sin otra razón.
Julio Medina
2 de abril del 2013
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