¡Cuándo dejará de mojarme la lluvia!
Lluvia ceniza brindas desaire,
oda mancillada de pensamientos
vagan errantes
deshojando flores en mi tristeza;
lentamente desgasta
la angustia implacable
de la soledad que me abandona
en la lluvia pesarosa...
El alma desasida,
el flujo extraviado,
alucinantes goteras escariando la piel
de la esencia que nada siente.
Y muere la vida; fracasa la muerte,
el cuerpo varado
entre luces y sombras...
En la amplitud perenne
pende lluvia prolongada
y el abismo resbaladizo, deslizante
sustenta avidez
de un amor frustrado.
No basta el destino
sin cielo ni tinieblas
bajo la lluvia pertinaz,
melancólica...
¡No deja de mojarse el alma!
Julio Medina
14 de octubre del 2012
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