Ya no quiero infundirte temor
si ausencia no más puedo dar,
ni sentir que termina el amor
cuando cerca de ti quiero estar.
Atroz el estiaje minando tus ojos
te infiere dolor... ¡Cuánto lo lamento!
Infecunda huella fragosa de antojos
latiendo en la cautela del tiempo.
Niña de lamentos socavas la hiedra
sin vigor continuo prosigues sufriendo,
dentro de la lluvia de polvo y arena
ciñéndote el alma mientras vas muriendo.
Viento suspicaz sustraer te toca
de la piel hendida el sabor amargo
que en los dulces labios un beso coloca...
Un beso de hiel a tu boca descargo.
Atravieso de los dos el adiós efímero
perdido en la luz nostálgica del pasado,
por quererte así niña mía fui el primero
de tantos amores que has ilusionado.
Julio Medina
26 de agosto del 2012
Un poema doloroso, saludos estelares desde mi querida Guatemala
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