Ayer te vi y diría que no te reconocí
intentaba saber quien eras,
pero en mi recuerdo no estabas allí.
No sabía que en el tiempo tu imagen se perdiera.
¡Ni tan siquiera pude recordar tu nombre,
después de una existencia de soñar contigo!
Todo lo olvidé, quizás hasta te asombre
saber que a tu amor en mi corazón no abrigo.
Tu amor fue una cálida brisa arrullada en mis brazos
en una tarde ardiente de aquel sensacional verano,
pero fugaz llegó la distancia saturada de fracasos,
y escampó la lluvia de besos con el roce de tus manos.
¡Y partió la temporada que me invitó a enamorarme!
Con ella se fue la flor, la que abrigaba en mi pecho.
Estaba ilusinado del amor que solías darme
que me entregué a la pasión fascinada de tu lecho.
Pero hubo un día cuando la estación cambió,
y llegó nuestra partida por diferentes caminos.
Han pasado atardeceres, el amor nunca volvió,
y hoy yo te vuelvo a ver por un error del destino.
Julio Medina
18 de septiembre del 2011
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