De la
lejanía busco henchir mi necesidad,
mirando
estoy a lo lejos; a lo más distante,
hasta
donde mis ojos puedan alcanzar.
¡Y solo
encuentro silencio, un inmenso silencio
haciéndome
desmayar!
Sé que
en tu momento te habré encontrar.
El
grito salido de mi espíritu es tan fuerte…
Y éste
corazón no sabe callar.
Las
lágrimas de mi alma llegan a las puertas del cielo,
y como
un riachuelo se derraman por la eternidad;
escudriñando
el consuelo de tu bendita verdad.
Te pido
Jesús que extiendas tus manos
para yo
poder tocarlas,
y así sentir el calor de tu abrazo edificador.
Porque si
bien es cierto que necesito conocerte más,
no es
menos evidente, la falta en mí, de tu eterno amor.
Julio
Medina
1 de
julio del 2017