Muchos vieron
caerse la armadura;
siempre
con la intención está amarrada,
y se
descubre insólita figura
de
secretos colmada, abarrotada.
¡Cómo
confiaba, insana vestidura!
Llegaba
adondequiera con la espada
bien ajustada,
fuerte en la cintura;
celaba demasiado
la afilada.
Cuando
vino atacarle, el rival quiso
echar de
lado gruesa la coraza,
sorprendido
quedó sin previo aviso.
Fue despojado
así, y al ver lo expuesto;
sintió el
burgo grave la amenaza
de
quien por largo rato creyó modesto.
Julio
Medina
14 de
enero del 2017