miércoles, 28 de diciembre de 2016

¡Cuán grande es la belleza creada!

Subí hasta el pico de un alto monte, y pude ver el mar,
sus grandes brazos de agua inundaron mi mente,
y comencé a nadar hasta llegar al estuario;
lugar donde el río viene a sumar.
¡Y cada lado de esa armonía tiene sabor diferente!
Cuando se asomaron las sombras, miré hacia  el cielo…
Estaba éste colmado de estrellas;
¡Eran tantas! Todas bellas.
Enhorabuena; porque meditaba yo
sobre toda aquella gama de hermosura que mis ojos veían…
Y dije así:
-¡Nada de lo que me rodea puede existir sin ti!
Miraba a lo lejos, y allá por el infinito,
veía el destellar de una luz muy fuerte,
pero de cerca, 
sentía el aliento del toque terso
 humedecido de lluvia;
escuchaba caer su fuerza sobre aquel terreno seco,
ansioso por beber del zumo que le mojaba.
Y se formaron charcos de todos tamaños
hasta que la tierra pudo saciar su sed.
Y anduve entre la densa arboleda,
estaba toda florecida de retoños al despuntar la mañana;
respiraba del viento la fragancia natural
henchida de grato aroma,
traída a mis pulmones como etérea humareda.
Escuchaba impresionado
el crujido de anónimos pasos que al ambiente engalanaba;
-era la fusión del pastizal grisáceo con residuos de hojas secas-;
las que una vez al mundo mostraron
la verdosa vestimenta de los árboles
en el esplendor de sus días.
Ahora el ocaso
decora el paisaje con mustios colores.
El crepúsculo se plasma… Y derrama
de su inagotable tintero el colorante mejor,
sobre un lienzo divino que no entiende mi cabeza hueca.
¡Cuán grande es la belleza creada!
¡ Cuán maravillosa es la obra mostrada por el Creador;
haciéndonos tener el sentido fecundo!
Porque así es su amor profundo;
gracias Señor, Dios Todopoderoso,
por darme tanto,
sin yo tener que aportar nada.

Julio Medina

28 de diciembre del 2016

viernes, 16 de diciembre de 2016

Las huellas de tus pisadas


He decidido andar siempre contigo
mas de tu presencia no quiero alejarme,
aunque el enemigo intente apartarme
yo sigo andando con fe en tu camino.
Detrás de las huellas de tus pisadas
persigo la luz que brilla en ti, Jesucristo
porque no quiero que tú apartes la mirada
de este hombre pecador, arrepentido.

Las huellas de tus pisadas
las seguiré hasta lograr alcanzarte, Jesucristo;
anhelo ver esas maravillas
que tú para mí tienes guardadas,
esos prodigios que mis ojos nunca han visto,
y solo los veré, cuando entre a tu morada.

Julio Medina
15 de diciembre del 2016